Yo soy Javert. ¡No olviden su nombre!
Valjean se enfrenta a una serie de situaciones que lo llevan a violar su libertad condicional, cambiar de nombre y comenzar una nueva vida dejando atrás su obscuro pasado, convirtiéndose en un hombre de bien que ayuda a las personas necesitadas.
Por otra parte, su nemesis el Inspector Javert, es el incorruptible defensor de la ley y el orden. No sabemos mucha de la historia de este personaje, pero el mismo menciona haber nacido en una carcel, dice conocer a la perfección a los criminales y los cree incapaces de cambiar, Javert sólo busca la justicia ciega. Se rehúsa a admitir un posible arrepentimiento, le obsesiona volver a arrestar a Jean Valjean a pesar de su nueva vida y se considera a sí mismo como un santo porque dedica su vida a castigar a los pecadores.
Valjean y Javert se encierran en una batalla que parece de por vida, pero todo cambia cuando Jean Valjean salva la vida de Javert, poniendo al Inspector en un profundo dilema moral. El compromiso que Javert tiene a la justicia no le permite dejar que Valjean este en libertad, pero al mismo tiempo sabe que si lo arresta, estaría actuando de manera inmoral porque después de todo Valjean le había salvado la vida. Por primera vez en toda su existencia Javert es confrontado por una situación en la que debe decidir entre justicia y misericordia:
¿Quién es este hombre? ¿Qué clase de demonio es?
¿Ponerme una trampa y elegir dejarme ir libre?
Era su turno, al fin, de ponerle sello a mi destino
Borrar el pasado, hacer borrón y cuenta nueva
Sólo tenía que apuñalarme con su daga
¡La venganza era suya y me devolvió la vida!
¡Maldito soy si vivo debiendo a un ladrón!
¡Maldito soy si cedo al final de la cacería!
¡Yo soy la ley y la ley no es burlada!
¡Le escupiré su piedad en la cara!
¡No hay nada en la tierra que compartamos! Es, Valjean... o ¡Javert!
¿Cómo puedo permitir que este hombre tenga poder sobre mí?
Este hombre desesperado al que perseguí, me dio vida, me dejó libre
¡Debí haber muerto por su mano! ¡Era su derecho! Y era el mio morir así
Sin embargo vivo, ¡pero vivo en un infierno!
Mis pensamientos vuelan ¿Se puede creer en un hombre así?
¿Pueden sus pecados ser perdonados? ¿Puede su crimen olvidarse?
¿Y ahora debo comenzar a dudar de lo que nunca dudé estos años?
Mi corazón es una piedra pero aun tiembla
El mundo que he conocido se perdió en las sombras
¿Es él del cielo o del infierno?
Y acaso sabe que dándome la vida hoy, este hombre aun así me ha matado
Estoy llegando, pero caigo y las estrellas son negras y frías
Y miro al vació de un mundo insoportable
Escaparé ahora del mundo, del mundo de Jean Valjean
No hay lugar a donde pueda ir, no hay manera de seguir...
No hay manera de seguir... Javert se niega a vivir en un lugar en donde Valjean ha sido perdonado y en donde el ladrón lo ha salvado de una muerte segura.
Entonces tenemos estos dos personajes, Jean Valjean, un hombre que cometió muchos errores y había sido condenado a ser esclavo de la ley, pero que encuentra perdón para comenzar una nueva vida, y tenemos a Javert, el inspector que creció creyendo imposible que las personas pueden cambiar pero sobre todo, siendo fiel a un solo principio, el cumplimiento de la ley al pie de la letra.
¿Te recuerda a algo?
¿Qué tan importante es la ley para los creyentes? Pablo en su carta a los Romanos les habla precisamente de esto y les dice que murieron al poder de la ley cuando murieron con Cristo y ahora están unidos a Él, asi que podemos servir a Dios, no según el antiguo modo - que consistía en obedecer la letra de la ley - sino mediante uno nuevo, el de vivir en el Espíritu. Ver Romanos 7:1-6
Javert estaba obsesionado con la ley, su ideal era ser irreprochable e intachable, algo que no es precisamente malo. Si seguimos en el mismo mensaje que Pablo les daba a los Romanos nos dice que la ley es de mucha ayuda:
"Ahora bien, ¿acaso sugiero que la ley de Dios es pecaminosa? ¡De ninguna manera! De hecho, fue la ley que me mostró mi pecado. Yo nunca hubiera sabido que codiciar es malo si la ley no dijera: No codicies" Romanos 7:7
Jean Valjean sabía que se había equivocado, sabía que lo que había hecho no estaba bien porque claramente en la ley esta prohibido robar, pero ¿Eso lo que condenaba para siempre? A los ojos de Javert si. ¿Qué tal a los nuestros?
Hay un dicho por ahí que dice: "Árbol que nace torcido, jamas su tronco endereza" por ejemplo, si una persona roba, robara siempre porque no hay forma de que esta cambie, entonces ¿Cómo se puede creer en un hombre así?
Mientras miraba a Javert negando que Valjean se había convertido en un hombre bueno, no pude evitar pensar en nosotros los creyentes y en lo difícil que en muchas ocasiones no es creer en personas "malas". Las clasificamos y les damos un manual de lo que tienen que hacer pero ¿Creemos verdaderamente en su cambio? ¿Creemos realmente que sus pecados pueden ser perdonados? Pablo en la carta a los Efesios les habla de una nueva vida en Cristo y como Dios a pesar de que estábamos muertos por nuestros pecados, nos da de su amor y misericordia:
"Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún merito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno puede jactarse de ser salvo. Pues somos la obra de Dios. El nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó tiempo atrás." Efesios 2:8-9
Es fácil identificarse con el hombre rescatado que ha cambiado de vida como Valjean, porque después de todo eso es lo que hace Jesús cuando nos encuentra, pero también es sencillo pasar a ser un Javert; creernos buenos y conocedores de lo que se tiene que hacer para ser creyente nos hace olvidar que la nueva vida no depende de una serie de reglas, sino de la gracia que Dios nos da sin que la merezcamos.
No olvidemos que la gracia de Dios es un regalo y no la recibimos por ser intachables y así como una vez nosotros fuimos encontrados otros también pueden serlo. No dudemos de la gracia de Dios para transformar vidas.
Entonces, eres ¿Valjean o Javert?