¿Alguna vez te has sentido condenado a la tortura eterna o al infierno por una persona religiosa?
Hoy en día es muy común escuchar este tipo de afirmación; tan común que
tal vez ya ha perdido su significado original.
Las personas religiosas han olvidado que Jesús enseñó acerca de condenación... y perdón.
Este tipo de personas suelen juzgar a otros frecuentemente y ponerse así en una posición de
supuestos santos, aunque no lo sean. Todos cometemos errores, es por esto que nuestro trabajo no es juzgar a los demás. Las enseñanzas de Jesús fueron bastante claras, y
él enseñó a sus seguidores a perdonar, no a juzgar.
Jesús dijo:
"No juzguen a los demás, y no serán juzgados. No condenen a otros, para que no se vuelva en su contra. Perdonen a otros, y ustedes serán perdonados."
Si continuamos leyendo esa parte del texto, el Maestro incluso compara a la persona que juzga a otros con una persona ciega que guía a otro ciego. En otro pasaje, él dice:
"No juzguen a los demás, y no serán juzgados. Pues serán tratados de la misma forma en que traten a los demás. El criterio que usen para juzgar a otros es el criterio con el que se les juzgará a ustedes."
Lamentablemente, quienes suelen juzgar a otros,
también suelen rechazar, apartarse, o despreciar a ciertos grupos de personas, porque los consideran "pecadores". Bueno, aquí viene algo interesante. En una ocasión, Jesús iba caminando mientras vio a un cobrador de impuestos (
en ese tiempo y lugar, eran completamente odiados y rechazados por ser traidores a su país y a su gente). El hombre se llamaba Mateo, y
Jesús lo invitó a formar parte de su grupo más cercano de seguidores. Poco tiempo después, Jesús estaba comiendo con su nuevo amigo, en su casa, y entre el resto de los invitados había gente que también era rechazada por tener mala fama; otros cobradores, prostitutas y demás.
Mientras comían, un grupo de religiosos llegaron a preguntarle por qué se sentaba y comía con ese tipo de gente, Jesús contestó:
"Ahora vayan y aprendan el significado de la siguiente Escritura: “Quiero que tengan compasión, no que ofrezcan sacrificios”. Pues no he venido a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores".
¡Vaya golpe para aquellos religiosos!
Hemos visto que Jesús enseñó a sus seguidores que no juzgaran y que perdonaran, a través de sus palabras, pero, ¿qué hay de sus acciones y de su comportamiento? Todos sabemos que sin acción, nuestras palabras no valen nada; así que,
veamos a Jesús actuar. En otra ocasión, un grupo de hombres religiosos muy importantes vino con Jesús y lanzaron al suelo frente a él a una mujer que
había sido sorprendida mientras tenía relaciones sexuales con un hombre que no era su esposo (un pecado grave en la tradición judía), y le preguntaron
si debían matarla a pedradas en ese mismo instante, justo como su ley dictaba. Entonces, Jesús contestó:
"¡Muy bien, pero el que nunca haya pecado que tire la primera piedra!".
Obviamente, después de estas palabras, todos los que la acusaban se fueron; nadie es santo. Jesús y la mujer se quedaron solos,
"Entonces Jesús se incorporó de nuevo y le dijo a la mujer:
—¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó?
—Ni uno, Señor —dijo ella.
—Yo tampoco —le dijo Jesús—.
Vete y no peques más."
¡Vaya sorpresa! Jesús, teniendo todo el derecho de declararla culpable, porque lo era, ¡no lo hizo!, al contrario, la perdonó y la dejó irse.
Podemos ver claramente la diferencia entre las afirmaciones religiosas de condenación al infierno, y las enseñanzas y acciones de Jesús. Parece que hoy, los religiosos se han olvidado de lo que la vida y obra de Jesús enseñó acerca de la condenación y el perdón. Podemos ver que no sólo nos enseña a no juzgar a los demás,
sino a perdonarlos. Él mismo se sentó a comer con los pecadores, en vez
de condenarlos al castigo eterno. Él perdonó a la mujer adúltera y
confrontó a los religiosos que la condenaban e intentaban matarla.
Ahora bien, si Jesús, siendo Dios y teniendo todo el poder, autoridad y capacidad para juzgar de manera justa y correcta,
perdona y muestra mucha misericordia para todos, con gusto,
¿por qué los religiosos juzgan sin misericordia y condenan a quienes ellos consideran pecadores? ¿No deberíamos seguir las enseñanzas y el ejemplo de vida de Jesús?
Sí, si nos decimos sus seguidores; creyentes,
¡sin duda debemos hacerlo!